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¡Tú Eres Sal de la Tierra!

¿Cuándo fue la última vez que te viste como una pieza clave en los planes de Dios? Muchas personas ignoran la importancia de sus existencia, y aun más la importancia de su papel dentro del guión del plan de salvación que Dios escribió para el mundo.  Conozco personas con gran potencial, bellos talentos, inigualables cualidades, sin embargo se les dificulta verse como piezas claves de un plan mayor. Si le preguntas a un chef que tan importante es la sal para su “Signature Dish” o plato especial, te darás cuenta a lo que me refiero… Dios te llama, ¡Sal de la tierra! La sal no solo se ha utilizado como condimento, sino que ha sido un elemento indispensable en la conservación de los alimentos. No se puede negar que cuando Jesús se refirió a nosotros como la “sal de la tierra”, recalcaba la importancia de nuestra existencia en este mundo.  Cada uno de nosotros sin excepción es parte de un plan mayor, de un plan para salvar al mundo del estado de destrucción en el que se encuentra. 

Donde quiera que nos encontremos, Dios nos da la oportunidad de ser sal, de ser luz, de ser pieza clave en su plan para llegar al corazón de las personas. Trabaje para un ministerio al cual de vez en cuando venían contratistas del mundo cinematográfico, y muchos de ellos no sabían de Dios. Recuerdo en especial a una chicha (productora), quien me llamo mucho la atención por su forma de ser. Virginia duro un par de semanas trabajando junto a nosotros, y en su último día de trabajo sentí en mi corazón sentarme y hablar con ella unos minutos.  Durante su estadía, note que estuvo muy atenta a todo lo que pasaba a su alrededor en este ambiente “cristiano” al que llego a trabajar.  Me senté con ella, y entre una cosa y otra trate de explicarle que en más ocasiones de las que quisiera admitir, como hijos de Dios nos quedamos sumamente cortos en cuanto a modelar a Jesús (yo siendo la primera).  Le explicaba que entre la “sana competencia” que suele haber entre un ministerio y otro, la falta de cortesía y la ocasional arrogancia que se despierta cuando Dios nos permite algunos logros, el Jesús al que proclamamos suele perderse de vista a aquellos que no lo conocen.  

Para mi sorpresa, la chica me entendió mucho más de lo que esperaba, y con una sonrisa en los labios me dijo… “Yo entiendo perfectamente lo que me dice, y también se que no siempre el que más brilla es el más genuino. Yo he observado y me he dado cuenta que los que menos se llenan la boca con ser “Cristianos” son los que verdaderamente lo son, simplemente porque lo veo en sus vidas”.  

Llamarse hijo de Dios o “Cristiano” no es algo leve, es un compromiso con Dios y con todos los que nos rodean. Estamos llamados a quitar el “sin sabor” que esta vida causa a las personas, presentándoles el amor de Jesús como su alternativa. Estamos por igual, llamados a preservar los valores éticos, humanos y espirituales a través de vivir una vida que modele la del maestro. 

Cada vez que pienses que tu existencia no tiene una razón mayor,  recuerda que estas aquí para “preservar y dar  sabor” a tu vida y la de le los demás con una buena dosis de amor, comprensión, sinceridad y amabilidad.

Silvia Ivelisse

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